Rápidamente, deslizándose grácilmente como una nube en un cielo preñado del estío, su cháchara se convirtió en un manso río y sus palabras me llevaron lejos. A delicadas dimensiones más allá de la doliente luz de los ojos de ella. A vastas cuadriculas de un sector del universo que, digámoslo así, están conectadas con su ombligo o en el peor de los casos con cierta madrugada de junio en que nos desnudamos y guardamos la ropa.
En delicadas hebras de luz, luz cómo onda y partícula y aun más, como hebras zigzageante en un cosmos impredecible y multidimensional, los recuerdos se licuaron por entre las arrugas, bajo sus ojos, recortándose en la linea de sus hombros.
¿Me quieres? ¿Te quiero?...
La delgada línea...de lo posible y lo que algunos llaman, imposible.
ResponderEliminarTe beso, Tito.
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