El aire quema como metal fundido y trae ecos del pasado. El poeta, en una ejercicio absurdo de cinismo, se ríe entre dientes mientras mira de reojo. Trae bajo el brazo un calendario.
Las aguas, mansas y sutiles de este océano se revuelven inconexas como mecidas por un dios rencoroso que no olvida ciertos segundos vividos contigo.
Me asomo a la ventana por ver si vuelves y tal vez a quien aspiro a ver es a mi unos años atrás.
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