Aléjate,
joven barbaro,
de las luces brillantes
y los mantos de lisonjas.
No repartas
pedazos de ti
en vanos intentos de encontrar un paraiso.
Vete,
no te acerques,
a las chicas de ojos rasgados
a las brujas y demonios,
que anidan en ventanas azules.
Sus palabras
susurran promesas.
Pero mienten,
mienten sin saberlo.
Al final,
todo es muerte
y la muerte
no dice te quieros.
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