jueves, 18 de agosto de 2011

Subjetividad

Uno cree haber dejado atrás ciertas cosas. Ciertas puertas cerradas, ciertos momentos enterrados bajo toneladas de inercia. La inevitable línea temporal así parece sugerirlo. El tiempo, ese veloz caballo que nos deja atrás a la menor oportunidad, sigue fluyendo a pesar de nuestras miserias, problemas e incluso alegrías. Cada segundo que pasa, cada ínfima parte de él, se aleja sin dejarnos nada más que algo tímidamente vivido o incluso, en el peor de los casos, el recuerdo de haberlo creído así. Si dos más dos son cuatro, entonces la ecuación no parece demasiado complicada: La vida es irreversible. La entropía inherente a la naturaleza misma del universo y ahora es lo único que importa cuando develamos el velo de lo cotidiano.

Entonces, ¿por qué la única representación posible de la eternidad es un círculo? ¿Por qué la vida es tan cíclica como persistente en el momento presente?

La vida fluye en una sola dirección. Es cierto. Tratando de regresar al momento en que fuimos felices o recordando, no somos sino pobres criaturas indefensas tratando de evitar lo inevitable. La entropía rige el universo y esa aparente simetría que tan a ultranza defienden ciertos sectores de la física actual está presente en cada aspecto de nuestra vida. Pero basta con rascar la superficie para darnos cuenta del error en que vivimos inmersos al creer en ello.

Pensemos en la estrellas, allí arriba. Nacidas de un disco de polvo y gas que orbita sobre sí mismo durante millones de años. Consumiendo su combustible, transformando hidrógeno en helio a una velocidad que nos resulta incomprensible. ¿Cómo puede imaginar una hormiga el océano? Pero su vida, tan inmensamente enorme comparada con nosotros, es una lucha constante contra la gravedad. Una lucha perdida de antemano. Tarde o temprano, si esos adjetivos pueden utilizarse en tales medidas, la estrella acabará por agotar su combustible y colapsara sobre sí misma, muriendo.

Así que, ¿por qué luchar contra lo inevitable? ¿Por qué no simplemente dejarnos llevar y anular cualquier conato de rebeldía contra el tiempo? ¿No sería, simplemente más sencillo, admitir que ayer no volverá y proseguir como si nada? No. Porque sin esa rebeldía contra lo inexorable, no seriamos nada más que espectadores que se creen intérpretes.

El ahora, los momentos, los segundos, horas o días con que tratamos, inútilmente, de mensurar el tiempo son solo parte del engaño. Esa rigidez con que vestimos cada medida nos vuelve un poco más inertes y sumisos ante la tibieza y la inercia. Somos el resultado de lo que fuimos, no podemos olvidar eso. Si la vida no vuelve, hagamos que la subjetividad nos haga creer lo contrario. Por el contrario, si creemos que solo hay una oportunidad, si afirmamos que hay verdades absolutas, estamos dando alas a los que esgrimen que todo está escrito para coartar esa misma vida que defienden. Mantener que el tiempo fluye en una sola dirección, más allá de la ciencia, aniquila la naturaleza misma de la vida y su maravillosa incertidumbre. Si atribuimos un único momento a un único espacio, rellenamos de vacío lo que debería estar lleno a rebosar. Si no es el momento, conviértelo. Si no es lo correcto, fluye en otra dirección. No importa a donde mires, eres la suma de todos lo que viviste por mucho que el tiempo se empeñe en decir lo contrario.

Me niego a creer que certezas tan inexorables como que cada momento que pasa es un momento que no vuelve, no deberían servir sino para rebelarnos contra ello y exprimir cada uno de ellos hasta el fin. Para doblegar el tiempo mismo y convertirlo en algo tangible y menos empírico. Me niego a no dudar de todo y a revestir de subjetividad cada segundo. Todo es relativo, incluso a velocidades tan pequeñas como a las que nos movemos en nuestras cortas y leves vidas. Y cada momento (nuevo o repetido) es un lienzo en blanco. Así que, ¿por qué no intentarlo una y mil veces si es necesario para ser feliz?

1 comentario:

  1. Tito...luego no me riñas eh ;)

    Me encanta cuando la física se hace palpable en tus letras.

    Un beso.

    ResponderEliminar