domingo, 5 de julio de 2009

La Flor del Roble Blanco


Entre los indios Lakotas, existía una prueba que todo muchacho debía cumplir al llegar a cierta edad; La caza de la Flor del Roble Blanco. Dicha prueba marcaba el paso de la niñez al mundo adulto y consistía en internarse en los bosques sin agua ni alimento y regresar con tan rara flor con el objeto de entregarla a su padre, quien debía interpretar aquella señal como la prueba inequivoca de que su hijo había cruzado el umbral de la infancia y podía ser llamado hombre como tal. Ni que decir tiene que aquella prueba, a la que concurrían todos los chicos de cierta de edad del poblado tenía en realidad otras connotaciones menos espirituales y más de orden práctico. El verdadero objeto de la misma era que el aún niño lograra enfrentarse al mundo por sus propios medios y tomar conciencia de su verdadera naturaleza. Incluso, los ancianos no podían por menos que mostrar una sonrisa al ser interrogados sobre la existencia de aquella extraña flor y de un árbol, aún más extraño del color de las nubes. Pero todo aquello se mantenía alejado de los muchachos, quienes en realidad entendían como fin último de aquella prueba el traer consigo aquel raro especimen de flor que nadie había logrado ver jamás y ni de lejos sospechaban del verdadero carácter pedagógico de la misma, alimentado por otra parte, por la totalidad de la tribu. En otras palabras, todo cuanto de esperaba de los jóvenes es que tras deambular por el bosque durante tres o cuatro días, regresaran con las manos vacías y habiendo aprendido la lección de que perseguir una quimera podría tener fatales consecuencias para ellos. Pero aquello poco tenía que ver con Corriente de Agua.
Corriente de Agua, hijo del gran jefe Cuervo Aullador y Luna Pálida era y siempre había sido un muchacho tan sensible y encerrado en su propio mundo interior como débil y frágil en su exterior. Dotado de una sensibilidad que le hacía diferente al resto y con una naturaleza enfermiza, La Caza de la Flor del Roble Blanco representaba para él el medio idóneo para presentarse al mundo como un verdadero hombre y digno sucesor de su insigne padre, a la vez que dejaba atrás las dudas que su condición débil representaba para la tribu. Aquello preocupaba sobremanera a Luna Pálida, su madre, quien incluso había llegado a sugerir a su marido que excluyera de la prueba a su primogénito, sabedora de que el muchacho podría llegar a poner su vida en peligro para conseguir un fin que ella sabía utópico e irrealizable. El gran jefe hizo oídos sordos al consejo de su esposa y alegó que dejar fuera de ello a su propio hijo podría ser interpretado como un signo de debilidad y más aún ser tenido como un privilegio. En cualquier caso, de nada habría servido tales precauciones ya que el joven llevaba más de 7 lunas preparándose para aquella tarea y hubiese sido inútil tratar de persuadirlo. Corriente de Agua saldría a la búsqueda de la irreal flor como el resto de muchachos a la mañana siguiente.
Tal y como estaba previsto, con la salida del sol, los jóvenes, 12 en total, fue internándose en los bosques a intervalos que el canto de una garza fue marcando y con la sola ayuda de sus manos. La tribu permaneció expectante y se hicieron apuestas acerca de quien sería el muchacho que antes regresara.
La mañana del tercer día, los dos primeros niños fueron regresando tan frustrados como cabía esperar. Al atardecer, otros cuatro habían vuelto con el mismo gesto y para cuando salió el sol del que hacía el cuarto día, 11 de ellos ya habían regresado. Todos a excepción de Corriente de Agua.
A los seis días, tiempo que la tribu consideró suficiente para dejar que el pequeño logrará su imposible sueño, un grupo de guerreros comenzó a buscar al joven.
Durante casi una luna, la búsqueda del pequeño Corriente de Agua se convirtió en la prioridad de la tribu. Pero todos los esfuerzos fueron en vano. El rastro que los expertos cazadores habían conseguido seguir se perdía bien pronto. No hubo sendero que no hubiese sido registrado ni colina que no fuera revisada por los escrupulosos ojos de los duchos cazadores. Pero del muchacho, nada se supo jamás.
El tiempo transcurrió y los padres de Corriente de Agua dieron por perdido al joven. Para evitar futuros accidentes, el consejo de ancianos decidió que La Caza de la Flor de Roble Blanco se suspendería de por vida y nadie volvió a hablar acerca de ello.
Las estaciones pasaron y llegaron las nieves, y tras ellas, como cada año, la primavera regreso y las montañas de deshelaron. Cuando los pasos se hubieron liberado de su carga invernal, los cazadores volvieron a sus antiguos territorios de caza. Cierto día, un grupo de cazadores encontró un enorme bloque de hielo flotando en el río y en su interior, aprisionado como una abeja en un pedazo de resina, lo que parecía la figura de un muchacho. Bien pronto uno de ellos identificó al ser dentro de aquel carámbano gigante como al hijo del gran jefe. El bloque de hielo fue llevado hasta el poblado y allí se colocó junto a la hoguera. Cuando el hielo se derritió por completo, el cuerpo de Corriente de Agua cayó al suelo y su madre corrió a cogerlo en brazos. Entre los dedos del muchacho, asida con una fuerza tal que no hubo manera de retirarla, una hermosa y rara flor permanecía sujeta.

Soñado la noche del 4 de Julio

3 comentarios:

  1. lo sabiduria q hemos perdido los seudoprimermundistas.... se te nota sereno, ojala sea duradero

    P.D. a ver si esta semana escaneo la foto de la rosa gigante de la preselva vzlana y te la envio al mail, junto con un articulo de eduard punset sobre una tribu de indios americanos

    ally_trekking

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  2. Hey revisa tu email, vago,,, jeje ya te envie lo q te dije

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