martes, 25 de agosto de 2009

The Road To Hell

Por la mañana, cuando el sol se mezcla con el color de su piel, no la deseo. Es como si al otro lado de la cama, un simple pedazo de carne fuese toda mi compañía. Un collage de músculos, huesos, ternillas y cabello sin vida que despierta como una flor muerta. Un paréntesis entre el cuerpo de la noche y el cuerpo que ahora, amortajado, me da calor entre las sabanas. Un abigarrado ser inerte que decapita hasta la última gana de sentir, que aplaza los deseos, las necesidades, las alas, y los sueños. Un pedazo de carne sin naturaleza ni sentido, que el despertador, aún sintiendo repugnancia por él, se empeña en arrebatarme. Y el mundo de los relojes y las prisas, el metro y el pegote de rímel rápido, los tantos por ciento y las comidas de negocios invade, con su despiadada exactitud cirujana, la habitación que hemos compartido, para hacerse tangible. Se ríe desde el cuarto de baño, con el sonido de la ducha. Se parte de risa con el olor de las tostadas y el café caliente. Se descojona desde la puerta de la calle que, cierra tras de sí dejando una orfandad en el hueco del colchón que ocupaba. Y yo, acurrucado entre los restos de la noche, me aovillo tratando de detener sus risas, que suenan como agua que sale desde lo más profundo de un pozo, me sumo al recuerdo para hacer retroceder las agujas del reloj, me desangro entre las sabanas.

Hace tan solo unas horas, mi boca estaba en su boca. Hace tan solo unas frágiles y huidizas horas, mi sexo estaba en su sexo, y yo, libre del rumor del exterior, me licuaba en su sangre. Me filtraba por sus poros. Me decantaba en cada pliegue de su cuerpo. Lamía sus heridas y ella lamía las mías. Estábamos locos, borrachos, huidos del mundo. Éramos agua en calma, y torrente y huracán, y hasta desamor.

Y cuando el olor de su piel, aún reptando por mi piel, amenazaba abandonar ese mundo construido a medida, me masturbe y preñé con mi semen, ríos enteros de sumisión a ella.





El camino al infierno está sembrado de buenas intenciones...

3 comentarios:

  1. ¿Y cuando tienes a tu príncipe azul delante y de repente algún elemento de la realidad más cruda hace su aparición y se carga todo el cuento? Es como un escupitajo en la cara... ¡Ay, cuánto daño ha hecho el cine!

    Un saludo lobezno

    P.D. el pan con nocilla es como la magdalena de Proust, pero ese hilo da para horas con una cerveza delante

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  2. Por eso siempre es mejor acabar y hasta otra mariposa, asi por la mañana sólo ves tú tu cara y no la de otros/ as

    muakkkkk

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  3. Belén, todos lo tenemos claro cuando se juntan las variables adecuadas.., hya te pasaré la ecuación.

    Iris, por eso no es aconsejable amanecer con nadie excepto uno mismo. PD; yo no bebo pero delante de un té discuto sobre lo que sea discutible.

    Bolero, no podemos estar más de acuerdo...

    besos de lobo

    PS; acabo de tener un deja-vu.. que curioso

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