domingo, 31 de mayo de 2009

De Una Mañana de Domingo

Perdido entre las callejuelas empedradas, en mitad justo de las tripas de la ciudad, la plaza resplandece bajo los rayos del sol del verano inminente como una candela. Sentados en corro al rededor de una improvisada mesa, un grupo de gente, vecinos de pasado arrabalero y chamarileros venidos a menos, beben cerveza en botellas de litro y tetrabricks de vino rancio comprados en la tienda de la esquina, donde un cartel de Coca-Cola parpadea tibiamente a la luz del mediodia. A pocos metros, un tipo negro naufraga en un banco, la marea de la noche del sabado le ha llevado hasta aquí.
Grupos de turistas, mochila a la espalda, pantalón corto y la mirada perdida de la fachada de la iglesia, deambulan como recien llegados a un planeta ajeno. Miran a través de las lentes de sus cámaras reflex y sus mapas convenientemente plegados y el eco, dulzón y adormilado, de sus zapatillas de deporte resuena por encima de los charcos de agua dejados por el camión encargado de regar las calles.
Bandadas de palomas que sobrevuelan las torres de la catedral enfilan las calles como si desde allí arriba un ordenado cuadrante de calles y callejuelas les conminara a seguir una ruta trazada. Su sombra aletea sobre las cabezas y desparrama olores ocres.
El sonido de un televisor se cuela desde la ventana del primer piso. Se mezcla con los cantos de los gitanos de la plaza y forma una amalgama almibarada y extraña.
Yo, libreta en mano, trato de ordenar las ideas para futuras historias que se agolpan en mi cabeza y que cómo el vapor de una olla a presión silban sobre el papel. De vez en cuando, te cuelas en mí y con imagenes fluorescentes que orbitan el cielo azul cobalto te pienso con más mesura de lo habitual.
Como quien aleja un insecto de un manotazo, te olvido unos instantes y Leonard Cohen vuelve a mis oidos y el mundo a girar sin nosotros como idea tangible. Pero en menos de lo que tardo en consumir un Winston, breves destellos de ti regresan a mí y para anestesiarlos vuelvo a enfrascarme en la pequeña libreta.
De regreso a casa, compro el periódico, y me tomo un té en el viejo quiosco. Flirteo con la idea de llamarte y la rechazo casi al instante... quizá en otro momento. Quizá mañana...

10 comentarios:

  1. Tú también has madrugado hoy? Has tomado un café en el de la esquina?He pasado bien pronto cerca de tu morada.
    Besos domingueros!

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  2. Lo vuelvo a leer y me encanta. Realmente, he visto lo mismo esta mañana. Nos deberíamos haber cruzado. Incluso he visto a los dos del tetrabrick, al lado del Kebap del inicio de portales jeje.

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  3. Hmmm, pues sí, he tomado café justo ahí...
    besos de lobo

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  4. veo q aun sigues deambulando por la vida con pena,,,,Me gusto la historia, puede ser logroño, barcelona o el casco antiguo de pamplona (buee,, en este ultimo creo q no hay gitanos, sino ikurriñas...jejej)

    Niño, has el camino de santiago o tomate unas vacaciones. Animo

    Saludos

    Ally_trekking

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  5. Ally, creo que confundes melancolía con tristeza...
    besos

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  6. Estoy tan cansada...que leerte ha sido como cuando te llega el olor a chocolate tibio en mañanas frías.

    Nites Tito...dias pa ti.

    Besos? mejor una nana...no que cantas muuu feo :p

    Ummmua!

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  7. Has tomado café en el ROMA a eso de las 9:30 de la mañana?

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  8. Buuufff, sobrina... chocolate caliente... te quiero
    En el Roma, no, gracias yo no frecuento esos antros... jajajajaja
    más cerca de san Millán
    besos de lobo

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  9. Me suena mucho esa plaza, ese empedrado, es raro, jamás la he mirado, llevo 15 años viéndola y he sido incapaz de mirarla sólo verla
    El sabado no podía dormir, me pusE
    a Leonard Cohen, me encanta ESTA canción, pero más lo q significa

    Un abrazo
    te sigo mirando

    muakkkkkkkkkkkkk

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  10. Deberías verla, bolero... es uno de los sitios que más me gustan de esta ciudad de mierda...
    besos de lobo

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