jueves, 18 de junio de 2009

El Niño Que Colecciona Pulgares

El niño que colecciona pulgares me sonrie desde el otro lado de la habitación. Sus dientes son blancos y perfect0s y sus cejas tan bien definidas que un interrogante parece levitar sobre sus acuosos ojos azules. Huele a sudor y lejia y su tacto es como de marmol. Lleva la camisa sucia de sangre y barro y se mesa el cabello mientras repasa mentalmente sus últimas actuaciones. A ver... déjame pensar... musita... estaba aquella chica de labios carnosos y piernas de gelatina. Ese otro chaval de la gasolinera que me compraba tabaco las noches de los viernes.... je, siempre llegaba tarde al turno de las diez...
De algún lugar se filtra el hedor de los cadaveres ambulantes del otro lado de la puerta y unos nudillos tocan en mitad de la noche.
Shhh... silencia el niño que colecciona pulgares, no le dejes entrar. Es el demonio de las minusculas y los tantos por cientos... Yo le hago caso y regreso a mi copa.
Todo es marrón y ocre y fuera, el cielo brilla en un caleidóscoico fulgor amarillo pis. Sé que está lloviendo porque el sonido del agua resuena en el techo de madera. Mientras tanto, el niño que colecciona pulgares me pide que me siente en la silla y saca las tenazas mientras sonrie y me guiña un ojo... esto te va a doler....

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