lunes, 7 de septiembre de 2009

1ª Sesión - Lunes 7 De Septiembre

La sala de espera es tan tibia y asépticamente natural que, los detalles con que se se ha decorado intentado transmitir lo contrario no lograr engañar tras un vistazo con calma. El sofá dónde estoy sentado es de piel y no parece demasiado viejo, a mí espalda una cortina ocre impide ver el exterior. El suelo, de madera brilla bajo la anodina luz de los halogenos del techo y sobre la mesita, a mi derecha, una lamparita ilumina una pila de revistas médicas y catalogos de Ikea. Huele a lavanda y no hay ningún sonido reconocible pesé a que en el mismo piso hay varias oficinas con gente trabajando a esta misma hora, 5 de la tarde. Da la impresión que el edificio es una gigantesca tumba en mitad de la ciudad que aún tiene resaca de verano.
Tras unos minutos de intento, abandonó la idea de identificar al autor del enorme oleo de dos por dos metros que preside la estancia y cambio de postura. Es entonces cuando la chica de la recepción me sonríe desde el umbral de la puerta ahora abierta y me invita a seguirla hasta la consulta. Mientras mis zapatos mascullan un quejido sobre el enmoquetado suelo, me cruzo con el paciente que me antecedía. No importa quien es, no le miro ni él me mira. Nos despedimos sin siquiera prestarnos atención. Cómo dos extraños en un cruce de caminos seguimos nuestro camino. Entro en la consulta.
La doctora tiene ese aspecto indeterminado de mujerde treinta y tantos más cerca de la cuarentena por su aspecto serio al que unas gafas de pasta ayudan. Me siento en el sofá que me ofrece.
Los diez primeros minutos pasan despacio. La luz que se cuela por la ventana se escurre por el suelo y yo no sé muy bien que decir a sus preguntas. Me incomoda el modo directo, camuflado tras una sonrisa impuesta por su título, en que me inquiere acerca de mi pasado mientras toma nota en una libreta de tapas de piel marrón. La pluma se mueve agilmente sobre el papel en blanco y me parece curioso el modo en que apoya la mano en la mesa al hacerlo, se lo hago saber y un amago de verdadera sonrisa se dibuja en su rostro. ¿Familiares con antecedentes de enfermedades mentales? ¿Algún tratamiento médico a destacar? ¿Ataques de ansiedad? ¿Drogas?... Las preguntas van cayendo como decantadas en un guión establecido y yo me dejo querer mientras juego con los silencios y las pausas y vendo mi pasado del mejor modo que puedo sin obviar mis mejores actuaciones.
A los 20 minutos he debido regalarle tanto material suceptible de un analisis precipitado de mis traumas y debilidades que deja la pluma sobre la mesa y me mira por primera vez a los ojos. Es una treta, la pregunta que hace inmediatamente después es un golpe bajo y los dos lo sabemos.
36 años, separado pero aparentemente sin serios problemas emocionales. A veces te sientes solo, eso es algo normal... ¿Por qué estás exactamente aquí?
Yo trago saliva, no por qué me incomode la pregunta sino porque me la esperaba antes.
Sólo me siento un poco perdido y me apetece saber tu punto de vista, digo añadiendo mi mejor y enfático gesto. Se rie. A continuación bordea la mesa, se sienta en el sofá de al lado y desgrana las reglas de la terapia.
Acepto una a una las condiciones de su labor pero, por aquello de ser quien suelta el dinero, impongo una. Le hablo de este blog y de mi idea de hablar de las sesiones en él. Le suena bien. Me dice que le parece una buena idea exponer mis avances y dudas en público y recabar opiniones diferentes. No se ha enterado de mis razones pero da igual. Al despedirnos me estrecha la mano y la siento fría como el marmol. Cuando salgo a la calle me pregunto si realmente voy a cumplir todas sus reglas y a decirle la verdad y toda la verdad a cuanto pregunte....

4 comentarios:

  1. Eso decimos todos, querido, para ver qué opina el psicoterapeuta...

    Lo jodido es que ellos apenas saben y dicen, lo vas a tener que currar tu...

    (merece la pena, querido... yo ya llevo tres años)

    Besicos

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  2. Ya sabes que a mí siempre me has parecido un tío de lo más cuerdo y equilibrado pero me alegro de que hayas comenzado una terapia si eso te ayuda...
    besitos

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  3. Tito...tanto retorcimiento en ti me encanta...pero me temo que estas jugando, pero ya te hablaré sobre eso, tu sabes lo que pienso acerca de los sicolocos, sin herir suceptibilidades claro...leí algo aquí que me erizo la piel...puffffffff

    Un abrazo...te quiero un poquito más que hace meses hoy.

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  4. jejejej.... ahora a q juegas??? bueno, lo q tienes q aceptar es q estas en una nueva etapa y los cambios muchas veces son duros de aceptar. Enhorabuena porfin por tu divorcio (nada peor q vivir/aparentar algo q no puede ser)

    Creo q eres alguien bastante cuerdo, por lo poco q te conozco, esta bien, yo tambien he ido a psicologos, pero todo depende de nosotros. Has dado un paso de gigante, pero no intentes jugar con fuego, acepta tu nueva etapa y a empezar de nuevo: COÑOOOOO al menos estas vivo

    saludos


    ally_trekking

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