domingo, 11 de marzo de 2012

This one's for you...


Descendiendo la rampa de acceso al planetario, la lluvia arrecia y los niños y sus madres huyen de la tormenta. Corren torpes, asiendo sus mochilas, buscando cobijo en los edificios que rodean el parque. También yo me refugio bajo la marquesina de un kebap y pienso que a lo mejor te has rajado. Diez minutos después, las nubes siguen allí pero tú apareces. Te disculpas por el retraso y me abrazas mientras te quitas el casco. Nos tomamos un café tras desechar un bar que huele a desinfectante.
Caminamos por el parque sumido en la quietud de la tarde. Un pato se eleva sobre nuestras cabezas, desfila agil en dirección al sur. Me enseñas la biblioteca que dormita en el silencio de los portatiles y el pasar de páginas y yo pienso que si quieres que esto sea algo más que un "apretón" lo estás bordando. Te miro con ojos de adolescente mientras susurras que te gusta ese rincón y pasas tus dedos por el lomo de los libros japonesés apilados en la estantería. Quisiera cogerte la mano. ¿Eres consciente de que podría enamorarme de una chica que me lleva a una biblioteca en nuestra primera cita?
Cuando salimos a la calle, el tráfico y el volumén de nuestras voces me devuelve a la realidad. Tomamos un té en un bar. Sus mesas imitan vagones antiguos y hay una falsa vista de un paisaje y una lamparita de cristal y la camarera no deja de mirarnos complice, aunque tú no te des cuenta. ¿Tanto se nos nota? Me regalas algo deliciosamente inocente. ¡Joder, para o me colgaré de ti!, lo digo en serio!
Paseamos en silencio bajo los edificios mojados. Tú quieres fumarte un canuto y yo me muero por besarte pero esta vez voy a dejar que las cosas vayan por sí solas. La chica que nos sirve tiene los ojos claros y el sexo le asoma por la punta de la lengua pero tú hablas de texturas en la comida y me olvidó de mi apetito por las camareras cubanas. Continua... esta tarde, quiero saberlo todo sobre ti.
Veinte minutos después, el escenario ha cambiado. Las calles se han llenado de gente paseando indolente y la luz de las farolas lo recubre todo. Sentados junto a la ventana, compartiendo baldosas con unos adolescentes colocados, hablamos de arte pornográfico, de pies negros con dignidad, del karma y del sexo como respuesta. Y yo sólo quiero besarte. El viejo truco de "hablo demasiado" y tu boca está en mi boca y tus manos en mi nuca...
No pararía de hacerlo. Me pasaría el fin de semana recorriendo tu lengua con mi lengua. Asiendo tus pestañas con mis deseos. Cosiendo lo que eres en mi retina.
Te veo en el próximo parpadeo...

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